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10.000 millones de insectos por kilómetro cuadrado
La cifra resulta desbordante y asombrosa a la vez. Ni la ciudad más poblada del planeta (Tokio, 14.000 personas por km2) alcanza una décima parte de su cifra. Y es que existen alrededor de un millón de especies de insectos registradas en el mundo ¿son muchas?
Para quienes los estudian, desde luego, así es. Una sola persona no puede abarcar, ni de lejos, el conocimiento sobre todas las especies de insectos. Hay que tener en cuenta que, si a cada especie se le dedicara una página de un libro resumiendo su aspecto, modo de vida, etc., se completaría una enciclopedia de 1000 volúmenes de 1000 páginas cada uno. Dicho de otro modo, colocados unos encima de otros formarían una torre de 450 m. ¿Cuánto costaría leer esta obra colosal? A 5 minutos por página y con una dedicación de 8 horas al día todos los días del año, se tardarían 28-29 años. Y ¡ojo! que cada año se describen más de 7000 nuevas especies de insectos, lo que supondría una acumulación media de 7 volúmenes anuales. Huelga decir que no es lo mismo leer que memorizar tal ingente cantidad de información.
La exuberante diversidad de los insectos ralentiza el avance de la entomología con respecto a otras ramas de la zoología y biología. Existe un amplio consenso científico en cuanto a considerar el inventario de especies de vertebrados como bastante completo y el de insectos muy incompleto. Hay estimas de que podría haber entre unos pocos y decenas de millones de especies de insectos, lo que revela el desconocimiento existente. Por ello, mientras quienes estudian vertebrados ya se pueden centrar más en investigaciones genéticas, ecológicas, etc., los entomólogos, aunque también dedican algo a estos campos, aún están lejos de tener listas completas de especies. Estas lagunas de conocimiento entorpecen el progreso entomológico y son extrapolables a los ámbitos ibérico y vasco.
Por poner algunos números para ayudar a entender la magnitud de la que hablamos, el ser humano está dentro de ese pequeño 3% de biodiversidad animal que representan los vertebrados, mientras que los insectos suman la mitad de las especies registradas de seres vivos del planeta (exceptuando bacterias y otros microorganismos). Es más, dos de cada tres especies animales son insectos. Si a esto añadimos que la entomología, además de insectos, abarca otros grupos animales (insectos, arañas y todo lo que se les parezca), encontramos que abarca el 80% de la biodiversidad animal. Todos ellos conforman el grupo de los artrópodos, que como decimos, además de a los insectos, incluye a los arácnidos (ácaros, arañas, escorpiones, opiliones, etc.)., crustáceos (cangrejos, cochinillas de la humedad, langostas, etc.), miriápodos (ciempiés, milpiés, etc.) y otros animales menos conocidos.
A estas alturas puede que te preguntes a qué se debe esta profusa diversidad de los insectos. Puede haber diferentes motivos, aunque entre los más probables están su reducido tamaño, tener fases vitales con requerimientos muy diferentes, y su extenso linaje evolutivo. Lo primero es sencillo de entender: a menor tamaño se requiere menos cantidad de comida y menos espacio para prosperar y ocultarse, habiendo más para repartir entre distintas especies. Por otro lado, a lo largo de su vida, muchas especies cambian de hábitos alimentarios, de morada, de vida, etc. Los insectos que pasan por fases larvarias son los ejemplos más claros a este respecto. Por ejemplo, si la larva se alimenta y puebla el suelo y el adulto se dedica a volar y reproducirse, las distintas fases de una misma especie no compiten entre sí, aumentando su probabilidad de perpetuarse. Finalmente, según el registro fósil, los insectos contarían con una historia evolutiva cercana a los 400 millones de años (con un origen mucho más remoto que el de los dinosaurios), tiempo suficiente para generar una numerosísima diversidad.
Ante esta abundancia y diversidad, los entomólogos suelen especializarse en grupos concretos, generalmente a nivel de orden. Por poner un ejemplo, los grillos pertenecen a la clase insectos y, dentro de ésta, al orden ortópteros, así como los humanos pertenecen a la clase mamíferos y al orden primates. Una vez más, coincide que los siete órdenes más diversos de seres vivos son artrópodos, con lo que también es habitual encontrar investigadores especializados en una única familia de insectos (sobre todo en los órdenes con más de 100.000 especies).
En Aranzadi, varios especialistas han contribuido con su granito de arena a través de su paso por el Departamento de Entomología de la Sociedad, estudiando diferentes grupos de artrópodos como mariposas, polillas, escarabajos, avispas, arañas, moscas, moscas cernidoras, moscas de las piedras, libélulas, etc. Una de sus herramientas de trabajo son las claves y guías de identificación, que constituyen también un excelente y disfrutable medio para aproximarnos a la identificación de algunas especies, el grupo de insectos al que pertenecen y a sus hábitats y modos de vida. Tan solo habría que tener en cuenta que las guías disponibles en librerías para el público general incluyen siempre a las especies más grandes, llamativas y abundantes, o fáciles de ver. Fuera de ellas queda la inmensa mayoría de las especies, que en muchos casos solo podrán distinguirse de otra que a simple vista pueda parecer idéntica examinándola en lupas con decenas de aumentos. Las guías habitualmente se decantan por presentar sólo una de ellas, opción lógica cuando se quiere exponer la mayor variabilidad posible, pero razón por la que casi siempre deberemos desconfiar de la identificación exacta de una especie. Por ejemplo, ciertas guías sobre Europa, incluyen cientos de especies (lo cual es todo un logro), cuando para este continente se existen miles y miles de especies registradas. Y a pesar de ello, como comentamos, resultan muy útiles para introducirse en la Entomología e ir aprendiendo amenamente sobre los insectos.
Bibliografía
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