Publicado un nuevo volumen de la colección Arkeologia dedicado al poblado fortificado de la Edad del Hierro de Basagain
Prehistoria / Yacimiento arqueológico
Jueves, 26 de Mayo, 2022 — CEST
— Texto: Aranzadi
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La directora de Cultura, Mari Jose Telleria, uno de los autores del libro, Xabier Peñalver, y la técnica arqueóloga del Departamento de Cultura, Mertxe Urteaga, han presentado el último libro de la colección Arkeologia. Dicha colección, editada por el Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Gipuzkoa, tiene como fin dar a conocer los resultados de investigaciones arqueológicas realizadas en nuestro territorio. En su andadura iniciada en el año 2000, se han publicado 14 volúmenes en los que se han tratado desde arte paleolítico a ferrerías hidráulicas.
Este último volumen recoge las informaciones más relevantes obtenidas a lo largo de 28 campañas anuales, entre 1994 y 2021, de trabajos arqueológicos en Basagain, el poblado fortificado indígena de la Edad del Hierro situado en Anoeta.
Los autores, Eloísa Uribarri y Xabier Peñalver, repasan en las páginas del libro diversos aspectos de ese poblado de 2 hectáreas de extensión situado en una colina desde la que se domina el valle del Oria. La muralla es uno de los elementos que mejor define al asentamiento puesto que estaba rodeado en todo su perímetro y facilitaba su defensa. En el espacio intramuros se han localizado las viviendas que fueron construidas con paredes de arcilla y madera, contando con una estructura de postes para soporte de la cubierta.
Los habitantes del poblado practicaban la agricultura de cereales, siendo el mijo el mejor representado, seguido de la ezkandia (un trigo arcaico). En lo relativo a la ganadería, los restos más abundantes corresponden a herbívoros domésticos.
Sin embargo, en comparación con los otros poblados fortificados del mismo período descubiertos en Gipuzkoa hasta la fecha (Intxur, en Albiztur-Tolosa, Belaku en Beizama, Murumendi en Beasain-Itsasondo, Akutu en Bidegoain-Errezil, Buruntza en Andoain, Munoaundi en Azkoitia-Azpeitia, Moru en Elgoibar, Santiagomendi en Astigarraga y Murugain en Arrasate-Aramaio-Aretxabaleta), este de Basagain presenta la particularidad de una relación muy estrecha con la producción de hierro.
En esta consideración se ha tenido en cuenta la propia naturaleza del monte en el que se asienta el poblado que contiene vetas de mineral de hierro de muy buena calidad (oligisto especular) explotadas mediante galería hasta fechas recientes. Junto con esos recursos minerales se han recogido en las excavaciones arqueológicas abundantes restos de escoria de forja y en las inmediaciones se ha reconocido un escorial de grandes dimensiones resultado de labores de obtención de hierro en bruto. Todo ello les permite a los investigadores concluir que “a la hora de elegir la ubicación para el asentamiento, uno de los factores fundamentales fuese la importante presencia de mineral de hierro”.
A este respecto, la directora de Cultura Mari Jose Telleria ha destacado que el trabajo que se ha presentado es realmente especial. Las informaciones expuestas en este volumen revelan que quienes poblaron Basagain construyeron viviendas bien diseñadas para albergar distintos usos y funciones; que cultivaron cereales, además de contar con una cabaña ganadera variada. Conocían y dominaban la obtención de hierro y la fabricación de herramientas con ese metal, y lo más llamativo: mantenían intercambios comerciales de muy larga distancia, procurándose objetos de lujo procedentes de lugares situados a cientos de kilómetros.
Pero Basagain también presenta otras líneas de estudio particulares; es el caso de las colecciones de vidrio. Se han recuperado piezas muy sofisticadas como brazaletes de variadas tipologías y también cuentas de collar que son conocidas en otros asentamientos contemporáneos de Europa. Estas piezas se considera que proceden de intercambios comerciales, pero es posible plantear también la producción de otros tipos de cuentas más sencillas en el propio poblado como apuntan algunos restos de vidrio fundido.
Y es el caso también de las estelas grabadas, en número de 6 a día de hoy, con retículas y otras formas geométricas. Todavía se desconoce la función, pero parece que se trata de una costumbre generalizada en los poblados del mismo período a escala del Norte peninsular.
En cuanto a las fechas, contando con las dataciones de carbono 14, la fase inicial del poblado se situaría en el siglo IV antes de la era, manteniéndose la ocupación hasta después de la colonización romana que, en Gipuzkoa, se sitúa en tiempos del emperador Augusto, hace 2.000 años. Entre los materiales recuperados se cuenta con un broche o fíbula de bronce perteneciente a un modelo común en el área vascona y que se conoce con el nombre de tipo Iturissa por haberse reconocido por vez primera en ese yacimiento navarro.