Fermin Leizaola, el guardián de los pastores

Etnografía / Patrimonio material

Lunes, 16 de Junio, 2025 — CEST

— Texto: Aranzadi

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El día 16 de junio de 2025 ha fallecido Fermín Leizaola, socio de Aranzadi cuya presencia en nuestra Sociedad científica ha sido una constante durante 67 años, no solo por su labor realizada en los departamentos de Espeleología o Etnografía, sino también por su constante participación en las actividades realizadas en todos nuestros ámbitos sociales. Hoy en día es difícil encontrar a personas con un conocimiento tan enciclopédico de todas las realidades de la cultura, la geografía y el medio natural de Euskal Herria.

Su ausencia nos deja sin referencia a todas las personas investigadoras que siempre puntualmente encontrábamos en su saber una respuesta a nuestros interrogantes y nos mostraba conocimientos ilimitados ante nuestra ignorancia. Pero sobre todo su saber estar, su educación y elegancia ante todos los problemas que se generaban en el día, eran muestra de su humanidad y espíritu colaborativo. Un gran vacío recorre los pasillos, despachos y actos de Aranzadi, todos los que le conocimos y compartimos su amistad tenemos un hondo pesar por su fallecimiento y mantendremos vivo su recuerdo y su presencia.

Fermín Leizaola nació en Donostia en 1943 y a pesar de vivir gran parte de su vida bajo la dictadura franquista, encontró en la Sociedad de Ciencias Aranzadi su camino para a través de la investigación impulsar el desarrollo y el conocimiento científico del País Vasco. Estudio en el colegio de los Jesuitas de Donostia donde destacó en ciencias químicas físicas y naturales y participó en el primer laboratorio de la “Asociación técnica de fundidores de Gipuzkoa”. Desde los 15 años inicio su camino vital en la ciencia incorporándose a las actividades del departamento de Prehistoria de Aranzadi bajo las directrices de José Miguel Barandiaran, Jesús Elosegi y Manuel Laborde entre otros. Ya en 1960 se involucró en las actividades espeleológicas, explorando e investigando cavidades por toda la geografía kárstica de Aralar, Aizkorri, Urbasa, o Larra. En la sima de San Martín junto con un equipo de espeleología lograron a 1.550 metros el récord mundial de permanencia en profundidad bajo tierra. De su curiosidad infinita también es de destacar su recogida de insectos en el interior de las cavidades, y entre los cuales se descubrió una nueva especie clasificada como Aranzadiella Leizaolai.

Pero fundamental fue su labor constante de documentación e investigación de la cultura popular de Euskal Herria, siendo el director del Departamento de Etnografía durante 44 años, desde que en 1980 le sucedió a Luis pedro Peña Santiago hasta el año 2024. Un de sus principales ámbitos de estudio fue el mundo del pastoreo y recorrió cientos de majadas, txabolas y rutas trashumantes. No había pastor que no conociera o que hubiera entrevistado. En el año 1975 recibió el premio Jose Migel Barandiaran por el trabajo “Euskalerriko artzaiak”. De su maestro de Ataun solía repetirnos el lema “lo no vivido es difícilmente interpretado”, y por ello semanalmente realizaba una salida de campo donde materializaba sus investigaciones etnográficas a través del dibujo, la fotografía, la encuesta oral, el léxico y la toponimia.

Otro de los ámbitos de investigación y en el que fue pionero fue el “Euskalerriko Atlas Etnolinguistikoa EAEL - Atlas Etnolingüístico del País Vasco” que dirigió entre 1974 y 1990. Esta obra se ha convertido en un documento histórico único e irrepetible, ya que la totalidad de los informantes han fallecido y pertenecían a una generación de hablas dialectales previas a la unificación del euskara. Desde 1980 hasta 1996 impartió docencia sobre cultura vasca en la Escuela Diocesana de Magisterio de Gipuzkoa, formando discípulos que han seguido colaborando con él hasta hoy en día. Durante 45 años impulsó ininterrumpidamente las jornadas de etnografías.

Zaharkinak (1989-2004) fue otro de los proyectos innovadores y consistió en 17 exposiciones sobre el patrimonio mueble tradicional que se celebraron anualmente diferentes municipios de Gipuzkoa. Este proyecto aunaba la investigación, la documentación y la divulgación del patrimonio y documentó cerca de 20.000 objetos de nuestra cultura material. Todo ello con la implicación de las comunidades y los propietarios de dichos objetos. Kutxas, argizaiolas, aperos de labranza, utensilios de cocina, etc., eran recogidos en caseríos y domicilios particulares para tras ser limpiados y documentados ser expuestos en los frontones y espacios públicos de sus respectivas localidades. De este modo se empoderaba un patrimonio otrora funcional y en la actualidad sin un uso práctico. En este ámbito de divulgación es necesario recordar que ya en 1967 impulso la primera muestra de artesanía viviente en el marco de las fiestas euskaras de Donostia.

Desde el año 1980 asesoró al departamento de cultura de la Diputación Foral de Gipuzkoa participando en la creación, búsqueda, documentación y salvaguarda de los fondos de la colección etnográfica de Gipuzkoa. Así mismo en su preocupación por formar a nuevas generaciones en etnografía y cultura tradicional, junto con el departamento de Cultura de la Diputación Foral de Gipuzkoa, crearon las becas bianuales formación para jóvenes. De ellas surgieron nuevas personas investigadoras, el rejuvenecimiento del departamento, la creación del laboratorio de etnografía de Bidebieta y la colección Aranzadi etnografía bilduma, de la cual era su director y que ya lleva cinco monografías publicadas.

En el año 2009 le fue entregado el premio Ondare por parte de la Diputación Foral de Gipuzkoa y la medalla de oro de Aranzadi. En el año 2017 le fue otorgado el Premio Manuel Lekuona por parte de la Sociedad de Estudios Vascos.