Se inaugura la exposición sobre la cárcel de Larrinaga
Martes, 27 de Enero, 2015 — CEST
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En esta muestra se recopilan, por primera vez, informaciones en sus diferentes formatos sobre la que fue cárcel provincial de Bilbao, más conocida como cárcel de Larrinaga. Esta institución comenzó su andadura en 1868, fruto de la necesidad de surtir al territorio de Bizkaia de un centro de reclusión que sustituyese al ya obsoleto sistema penitenciario que existía en el Señorío. A través de fotografías, documentación y objetos relacionados con el penal se hace un recorrido por su historia, marcada por periodos convulsos, diferentes sistemas de gobierno y grandes guerras. La abolición de los fueros, las monarquías decimonónicas, el surgimiento del nacionalismo vasco, las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, La breve República… marcaron el devenir de Larrinaga, que se mantuvo firme ante los envites del tiempo.
Por su recinto pasó entre 1873 y 1967 un nutrido grupo de personajes ilustres, al mismo tiempo que innumerables personalidades anónimas. Es cierto que el colectivo político fue muy diferente durante los cien años de Larrinaga. Las detenciones y condenas sufridas por carlistas, abertzales, izquierdistas, derechistas, independentistas o sindicalistas, en definitiva, mujeres y hombres, tanto “comunes” como “políticos”, mantuvieron una “uniformidad” por el secuestro de sus libertades.
Un siglo después de su construcción, en 1968, Larrinaga desaparecería para siempre del paisaje bilbaíno. Los nuevos tiempos y la construcción de un nuevo y cercano centro penitenciario en Basauri hicieron que el solar ocupado por la centenaria y vetusta cárcel contribuyese rápidamente al emergente urbanismo de la villa.
Por su recinto pasó entre 1873 y 1967 un nutrido grupo de personajes ilustres, al mismo tiempo que innumerables personalidades anónimas. Es cierto que el colectivo político fue muy diferente durante los cien años de Larrinaga. Las detenciones y condenas sufridas por carlistas, abertzales, izquierdistas, derechistas, independentistas o sindicalistas, en definitiva, mujeres y hombres, tanto “comunes” como “políticos”, mantuvieron una “uniformidad” por el secuestro de sus libertades.
Un siglo después de su construcción, en 1968, Larrinaga desaparecería para siempre del paisaje bilbaíno. Los nuevos tiempos y la construcción de un nuevo y cercano centro penitenciario en Basauri hicieron que el solar ocupado por la centenaria y vetusta cárcel contribuyese rápidamente al emergente urbanismo de la villa.