Serpientes, víctimas de su mala fama

Herpetología

Miercoles, 11 de Febrero, 2015 — CEST

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Las serpientes no suponen la amenaza ni entrañan el peligro que la gente cree, sin embargo, son víctimas de su mala fama y, sobre todo, del mito que las envuelve. Ese miedo exagerado se debe al desconocimiento que existe en torno a estos animales y a la estigmatización de la que han sido víctimas, gracias a leyendas y creencias populares sin fundamento. Una de las campañas de divulgación más importantes del Departamento de Herpetología de Aranzadi consiste en sensibilizar a la sociedad hacia estos animales para eliminar prejuicios y generar fascinación por ellos.

En la Península Ibérica existen trece especies de serpientes y culebras, todas ellas diferentes entre sí, con hábitats y comportamientos dispares. En el País Vasco se encuentra, por ejemplo, la culebra de Esculapio; este ágil animal se caracteriza por reptar por los árboles y no es habitual avistarlo durante una salida al monte, ya que se trata de una especie amenazada en nuestra zona. Por supuesto, resulta inofensiva para los seres humanos.

Otras sierpes son acuáticas o viven cerca del agua, ya que su fuente de alimento son los anfibios y los peces. Los pescadores conocen bien a la culebra viperina, que recibe su nombre por su capacidad de imitar la apariencia de una víbora, estrategia que utiliza para fingir ser peligrosa y ahuyentar así posibles depredadores. Por desgracia, este animal sufre una persecución directa por personas que se sienten irrealmente amenazadas y lo confunden con un ser venenoso.


El alarmismo respecto a las serpientes se contrasta con los tranquilizantes datos de envenenamiento por su mordedura. El promedio anual de ataques de este tipo en la Península ronda los 130, de los cuales sólo el 1% resulta letal. Por eso, venenoso no siempre es sinónimo de mortal.

En conclusión, es necesario aumentar el conocimiento riguroso sobre las especiales características de estos reptiles y, sobre todo, se debe incentivar su valoración como una parte importante del patrimonio natural vasco.

Fotografía de portada: Manu Océn