Irulegi

En este poblado datado en la Edad del Hierro se ha encontrado una pieza de bronce con 2.100 años de antigüedad con forma de mano y en cuyo dorso tiene un texto escrito en un sistema gráfico paleohispánico llamado "sistema gráfico vascónico", antecesor del euskera.

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Un equipo de investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi lleva investigando el pasado del monte Irulegi (Valle de Aranguren, Navarra) desde el 2007. Los primeros trabajos se realizaron en el castillo de la cima del monte, entre los años 2007 y 2017. Desde el 2018 un equipo dirigido por el arqueólogo Mattin Aiestaran realiza la investigación arqueológica del poblado de la Edad del Hierro ubicado en la loma bajo el castillo.

Estas investigaciones forman parte de una tesis doctoral que se está realizando en la Universidad Pública Vasca / Euskal Herriko Unibertsitatea becada con la ayuda de la UPV/EHU PIF 2019 y participando en el grupo de investigación GIZAPRE, IT-1435-22.

Todas estas intervenciones de investigación las promueve el Ayuntamiento del Valle de Aranguren y son ayudadas por el Gobierno de Navarra desde el 2018.

Entre el periodo 2020-2022 se ha excavado en Iruegi en área abierta un superficie de 370 m² en la que han aparecido dos viviendas y parte de la vía principal. Se trata de la última fase del poblado, en época de la Edad del Hierro Final, en el primer cuarto del siglo I a.C. Esta fase ofrece en Irulegi una imagen “congelada” de la época, ya que el poblado fue incendiado y posteriormente abandonado en un episodio bélico en el contexto de las Guerras Sertorianas. Esta interpretación se basa en la lectura conjunta de los datos obtenidos por las dataciones de C14 y la abundante cultura material recuperada.

En este contexto, la investigación de la “mano de Irulegi” ha necesitado de un equipo multidisciplinar que ha consistido en arqueólogos, geólogos, restauradores, químicos, epigrafistas y lingüistas.

La pieza se excavó el 18 de junio de 2021 y se entregó junto a las demás piezas el 13 de julio del mismo año. La excavación de la misma fue grabada en vídeo y su ubicación registrada con estación total topográfica, como los demás materiales arqueológicos.

Su inscripción no fue descubierta hasta el 18 de enero de 2022 cuando Carmen Usúa, restauradora contratada por el Gobierno de Navarra, descubrió unas letras en la pieza que se interpretó posteriormente como mano.

La pieza en cuestión es una lámina de bronce que cuya pátina contiene un 53,19% de estaño, un 40,87% de cobre y un 2,16% plomo, algo que es habitual en aleaciones antiguas. El objeto está recortado para representar la forma de una mano derecha algo esquemática pero de tamaño natural. La lámina es lisa en el lado de la palma, pero en el lado del dorso presenta la forma de las uñas, aunque no se han conservado debido a su fragilidad las correspondientes a los dedos anular, corazón e índice.

En el centro del extremo cercano a la muñeca presenta una perforación de 6,51 mm de diámetro que sin duda se produjo al clavar la pieza en un soporte blando, probablemente de madera, ya que la ausencia de huellas de abrasión en la perforación indica que no estuvo colgada, sino clavada. Sus medidas actuales son 143,1 mm de altura, un grosor de 1,09 mm y una anchura de 127,9 mm, y su peso alcanza 35,9 g.

Las autopsias de la pieza se realizaron en dos reuniones en el depósito arqueológico del Gobierno de Navarra. La primera se realizó con Javier Velaza el 7 de marzo de 2022, y la segunda se realizó junto con Joaquín Gorrochategui el 2 de abril, en la que estaba presente la mayor parte del equipo de investigación. Tras haber consensuado la correcta lectura del texto, Javier Velaza y Joaquín Gorrochategui procedieron a su estudio.

De este modo se ha podido saber que la inscripción grabada en signario paleohispánico sobre una lámina de bronce en forma de mano hallada en el yacimiento de Irulegi (Valle de Aranguren, Navarra) constituye un documento excepcional.

“La mano de Irulegi” es interpretada como un epígrafe ritual y apotropaico, basado en su contexto de hallazgo en el umbral de un edificio habitacional, su morfología y decoración, el uso de una variante especial de un signario paleohispánico, la aparición del término sorioneku al inicio del texto y la lengua empleada. El hallazgo introduce novedades significativas y confirma la existencia de un sistema gráfico específico, derivado de una variante del signario Iberico, que se ha de llamar “signario vascónico”. Además certifica el empleo de la lengua vascónica en el área geográfica en el que ha sido descubierta en una cronología de inicios del siglo I a.C.

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El epígrafe que aquí se ha dado a conocer representa el texto antiguo más extenso en lengua vascónica conocido hasta el momento. Junto con los testimonios de las monedas acuñadas en ese territorio y con otros epígrafes de atribución debatida -el mosaico de Andelo, el bronce de Aranguren y una inscripción sobre piedra de Olite-, viene a mostrar el uso de la escritura por parte de los antiguos vascones, en un episodio de alfabetización que, por lo que hasta el momento conocemos, parece haber sido relativamente modesto, pero que, sin embargo, ha quedado atestiguado.

El testimonio supone también una singularidad por lo que respecta a la tipología y morfología del soporte -una mano clavada con los dedos hacia abajo para la que los paralelos más próximos parecen proceder del mundo cultural ibérico del Valle del Ebro- y a la técnica inscriptoria empleada -el punteado realizado después de una ordinatio del texto mediante esgrafiado-.

Las repercusiones del nuevo hallazgo para el conocimiento lingüístico del vascónico y de sus eventuales relaciones con la lengua ibérica requieren sin duda estudios en profundidad que se llevarán a cabo en el futuro.